27 jun 2011

Inundario

No lo puedo evitar: el agua me hechiza. Con ver unas gotas, surge en mí el deseo impetuoso de sumergir lo que tenga a mano. Comencé muy niño: anegué el baño, el jardín, y en una ocasión memorable, la casa entera. Cuando llovía, sumergía insectos, ratones, gatos y perros.

Hasta ahora mi mayor logro ha sido el tanque de almacenamiento del pueblo. No creí que se vaciaría así de rápido. Seis casas resultaron dañadas y varias reses muertas. Me mojé de la emoción.
Ahora, la experiencia suprema. Lo tengo todo listo. En la base de la presa, una explosión provocará el agujero. El agua subirá varios metros en segundos y disfrutaremos todos hasta el orgasmo la inundación sincrónica de nuestros pulmones.

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