27 jun 2011

El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe

—Como le conté, comadre: la mujer es fuego, el hombre estopa, viene el diablo y sopla. Acuérdese que el plato de la mesa ajena se antoja más que el propio.
—Sí, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír.
—Se lo dije: no todo lo que brilla es oro; y es que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.
—Lo malo es que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, por eso se enteró.
—Y en el pecado llevó la penitencia.
—Bueno, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Mañana será otro día.

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