15 nov 2014

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Al principio, la vida fue blanca. Poco a poco, fui captando el significado de los sonidos, los olores, el tacto y las imagénes, y la vida se empezó a colorear. Pero cuando aquello empezaba a iluminarse, un ente lo transformó en gris. El plomizo color dominó mi vida, cada vez más denso, mientras sufría el rechazo y el desprecio, sin motivo aparente.
El gris se condensó y se transformó en negro profundo cuando apareció un segundo monstruo en mi vida, que amenazaba todos los días con devorarme, aplastarme, destruirme..., dependiendo de su humor.
Un día, envuelto en la oscuridad, les hice frente y luego hui. Pero las nubes que oscurecieron mi cielo no se despejaban. Se me habían pegado al cuerpo, como la ropa en un día caluroso, como el lodo a los zapatos, como las telarañas cuando no se ven y acabas atrapado.
Empecé a darme cuenta de que podía quitármelas cuando volví a ver al peor de los monstruos, y supe que nunca fue tan grande, tan terrible, ni tan poderoso como yo lo recordaba; lo que sucedió es que yo era pequeño, indefenso y frágil cuando llegó a mi cosmos.
Con esa visión, busqué dentro de mí, y para mi sorpresa, encontré un furioso color rojo, que sumado al imponente negro, dominaban cada aspecto de mi vida, luchando sin sentido contra todo lo demás, sin permitir nada distinto a ellos. Poco a poco, con mucho esfuerzo, los fui sometiendo, hasta que entró primero, muy a fuerza, abriéndose camino, el verde; luego lograron colarse el amarillo y el azul, y finalmente, ya con menor dificultad, casi todos los demás.
Hoy un monstruo está a punto de morir. Eso no ha agregado, ni tampoco quitado, luminosidad a mi espectro. Me alegra saber que ya no tienen poder sobre mí.

Sin embargo, dejaron una cicatriz: nunca, jamás, podrá entrar en este universo el color rosa.

25 sept 2014

Medidas desesperadas

Las consecuencias son impredecibles, pero el premio del concurso es una cantidad estratosférica. Eso de tener que pescar un cocodrilo moviendo las piernas en el agua, puede calificarse como deporte extremo.

20 abr 2014

Defensas inexpugnables

- ¡Yo soy el amo de este mundo! ¡Aquí no existe más verdad que la mía!- volvió a declarar a voz en cuello. -¡Más vale que todos se enteren! ¡Y no me importa si están de acuerdo o no! ¡Nadie puede lastimarme aquí! Éste es mi reino y aquí mando yo, y si alguien me hace algo, lo paga. -declaró, contundente. -¡Lárguense, criaturas rastreras, lo único que quieren es someterme a ustedes! 
Los que pasan por ahí ven con curiosidad al patético ser, que desde un sórdido rincón, y dentro una celda que parece construída por él mismo, grita con hostilidad a todo el que se acerca.
Los que se aproximan más de la cuenta, no tardan en retirarse, entre confusos y divertidos, al ver que el ser se halla en una prisión con la puerta abierta de par en par. 

15 abr 2014

Pérdida inexplicable

Los agentes de la ley fueron sorprendidos por un extraño fenómeno: se les reportó que al arcoíris le faltaba el color amarillo. Lo buscaron exhaustivamente, sin hallarlo. Muy despacio, el arco incompleto fue desapareciendo de la vista, conforme anochecía. Esto no fue impedimento para celebrar la fiesta de disfraces del pueblo, en la que los ganadores del concurso fueron la familia de unicornios: lucían unos resplandecientes trajes de sol.

Sin salida

Las ratas blancas platicaban. Eran las vacaciones de Navidad, de manera que no había nadie en el laboratorio de Farmacología.
—Entonces, ¿crees que podremos? —dijo una de las más indecisas.
—Claro — contestó el líder—. Cuando reanuden las clases, estaremos todas fuertes y bien alimentadas. En cuanto abran la puerta de cualquier jaula, todas podremos atacar a la vez y escapar, pues no se esperarán eso de nosotros. Las que logren salir, abrirán las jaulas restantes. Y a ver con quienes hacen sus dichosos experimentos de la sustancia negra, sea lo que sea eso.
—De acuerdo —asintieron varias.
Al reiniciar las actividades, la vida siguió su marcha en la escuela de medicina: las ratas fueron llevadas en sus contenedores a probar un nuevo gas anestésico, con el que también fueron sacrificadas, para examinar después sus hígados. Nunca se abrió ninguna puerta.

Patagonia


En su lejana tierra dicen: "Usted no diga frío, hasta que vea pingüinos". 
Bien, ya no tiene frío. El efecto letárgico de la hipotermia lo invade, mientras la imagen de los magníficos animales que lo rodean, se va borrando de su mente.

Prejuicios


—No. No voy operar a un paciente HIV positivo. Que lo hagan los residentes. —Sentenció con aire de superioridad el médico adscrito. —No pienso ponerme en riesgo, tengo una familia qué cuidar. No voy a exponer a mis hijas. 
—Entonces ¿te dejamos al paciente de la hernia inguinal?
—Sí, yo me encargo. 
Durante el transoperatorio hubo un accidente, y el cirujano se cortó. Avisaron a Medicina Preventiva y se hicieron los análisis de rigor. 
Un mes después, todo el hospital sabía que el paciente estaba bien. Este cirujano, afortunadamente, no le contagió el HIV que contrajo, sin saberlo, de su amante.